Hemorragia de píxeles

Esto mismo

domingo, 29 de marzo de 2009

sábado, 21 de marzo de 2009

La letra y el píxel


Al acercarse a la pantalla y a la realidad de la tipografía en este soporte, se observa que el medio digital tiene distintas necesidades gráficas que las del medio impreso, a las cuales la tipografía se debe adaptar. Las fuentes hechas para ser impresas, no son validas en la pantalla, por su morfología, porque están pensadas para altas resoluciones, no para ser legibles en una pantalla a72 ppi de resolución.

Las letras que están pensadas para la cuadricula de la pantalla poseen cada trazo inscrito dentro de una malla formada por píxeles. 

El píxel es la unidad mínima, y la resolución es siempre la misma, es por esto que las fuentes de pantalla tienen pensado su comportamiento al ser reducidas de tamaño para no perder legibilidad y guardar la proporción entre letras. 

Las tipografías de pantalla, al estar hecha por píxeles, poseen trazos siempre rectos, horizontales o verticales, no existen los trazos curvos o diagonales, por lo cual para construirlos se hace una aproximación con verticales y horizontales. El interletra es una función de los blancos interiores de los caracteres. Cuantos más pequeños sean los blancos interiores, tanto más pequeños serán los espacios entre las letras; cuantos más grandes sean los blancos interiores, tanto más grandes serán los espacios intermedios. 

Los espacios entre las letras son más grandes que los respectivos blancos interiores, originan en el caso de las minúsculas imágenes de palabras que parecen caracteres aislados; espacios demasiado estrechos tienen como consecuencia imágenes de palabras manchadas. 

Para las minúsculas hay, siempre en relación con el correspondiente cuerpo, sólo una distribución justa de espacios. En cuanto a las mayúsculas, el espacio mínimo se origina por la claridad de los blancos interiores más grandes, pero ellas no sólo tienen que estar interletradas con el fin de que sean legibles, también tienen que dar en sus espacios un aspecto equilibrado, es decir, que óptimamente parezcan igual de grandes las superficies. 

El blanco influye desde arriba y desde abajo en los espacios de los signos y en los espacios entre los signos. Es más activo que la que emana de abajo, como la consecuencia que la letra n de un tipo de palo seco tiene que ser un poco más ancha que la u del mismo tipo, si queremos que sea óptimamente de igual anchura. Del mismo modo que la superficie entre I y A tiene que ser más pequeña que la existente entre I y V. 

Lo que es válido para los espacios entre las letras lo es también para los espacios entre las palabras: éstos también son una función de los blancos interiores de las letras; cuanto más pequeños sean, tanto más pequeños serán los espacios entre las palabras; cuanto más grandes los blancos interiores, tanto más grandes serán los espacios. 

El interlineado tiene una interdependencia con el quepo del tipo y el ancho de la composición. Con respecto a la proporción del interlineado, cuanto más ancha sea una composición, más interlineado requiere teniendo el mismo tipo de letra y el mismo cuerpo. Del mismo modo los caracteres claros necesitan más interlineado que los más oscuros. El blanco interior de la letra influye por tanto no sólo en los espacios entre las letras y las palabras, sino también en el interlineado. El interlineado es un medio importante para cambian el “color”, el valor del gris de la imagen de una composición.

Vía | Rots


Imagen pixelada


Un píxel o pixel (acrónimo del inglés picture element, "elemento de imagen") es la menor unidad homogénea en color que forma parte de una imagen digital, ya sea esta una fotografía, un fotograma de vídeo o un gráfico.

Ampliando lo suficiente una imagen digital (zoom), por ejemplo en la pantalla de un ordenador, pueden observarse los píxeles que componen la imagen. Los píxeles aparecen como pequeños cuadrados o rectángulos en color, en blanco o en negro, o en matices de gris. Las imágenes se forman como una matriz rectangular de píxeles, donde cada píxel forma un área relativamente pequeña respecto a la imagen total.

En las imágenes de mapa de bits o en los dispositivos gráficos cada píxel se codifica mediante un conjunto de bits de longitud determinada (la llamada profundidad de color), por ejemplo, puede codificarse un píxel con un byte (8 bits), de manera que cada píxel admite 256 variaciones (28 variaciones con repetición de 2 valores posibles en un bit tomados de 8 en 8). En las imágenes de color verdadero, se suelen usar tres bytes para definir un color, es decir, en total podemos representar un total de 224 colores, que suman 16.777.216 opciones de color. (32 bits son lo mismos colores que 24 bits, pero tiene 8 bits más para transparencia)

Para poder transformar la información numérica que almacena un píxel en un color hemos de conocer, además de la profundidad y brillo del color (el tamaño en bits del pixel), el modelo de color que estamos usando. Por ejemplo, el modelo de color RGB (Red-Green-Blue) permite crear un color componiendo tres colores básicos: el rojo, el verde y el azul. De esta forma, en función de la cantidad de cada uno de ellos que usemos veremos un resultado u otro. Por ejemplo, el color amarillo se obtiene mezclando el rojo y el verde. Las distintas tonalidades del amarillo se obtienen variando la proporción en que intervienen ambas componentes. En el modelo RGB es frecuente que se usen 8 bits para representar la proporción de cada una de las tres componentes primarias. De esta forma, cuando una de las componentes vale 0, significa que esta no interviene en la mezcla y cuando vale 255 (28 – 1) significa que interviene aportando el máximo de ese tono.

La mayor parte de los dispositivos que se usan con un ordenador (monitor, escáner,...) usan el modelo RGB.

Un pixel alcanza los 8 bits (2^8 colores), 24 bits (2^24 colores) o 40 bits (2^40 colores).

Fuente | Wikipedia